(Puedes darle al play, en la barra superior, para acompañar tu lectura con un poco de flautasía)
Todos
recordamos aquellos cuentos que nos contaban de niños en el momento de
ir a la cama. Recuerdo uno en concreto, "El príncipe y la golondrina",
porque era el que siempre pedía a mi madre. Era bastante triste pero con
el aprendí lo que significaba la verdadera amistad y lo que puede hacer
el egoísmo con ella. Así que cada noche comenzaba a contármelo con la
excusa de conciliar el sueño, aunque al final la única que acababa
dormida era ella. ¡Que te duermes mamá! - le decía. Y como no tenía
mucho éxito en despertar a aquella Bella Durmiente, terminaba por
contarle yo mi propio cuento: aquel que comenzaba como siempre y
concluía cada noche con un final diferente para que ella se durmiera.
Recuerdo también inventarnos cuentos y canciones por el día para que yo fuese capaz de recordar del tirón los ríos, los cabos, los reyes de España, etc, recurriendo a la memoria mneumotécnica de forma instintiva y creativa. Así que sí, los cuentos estimularon mi imaginación y mi interés por aquello que contaban. Me aportaron muchos de los valores que hoy poseo, como la confianza en uno mismo o el valor y coraje para sobreponerte con resiliencia ante situaciones adversas.
Ellos contribuyeron a enriquecerme como persona, como docente, como músico y como una eterna niña, que no olvida las moralejas a pesar de que le empiecen a salir sus primeras arrugas.
Hoy se que mi madre
fue mi gran profesora porque me enseñó a aprender de la forma más feliz,
afectiva y motivadora posible, muy lejos de lo que hacían conmigo en el
cole o en el conservatorio. Recuerdo que mis primeras clases de flauta
me resultaban dificilísimas y que tenía que aprender cosas que apenas
entendía. Era como escalar un desfiladero obligadamente, con una cima en
forma de audición. La meta era tocar perfectamente para que los demás
se sintieran orgullosos de mí y eso era lo que debía motivarme (...) He
aquí la primera semilla para la construcción de la Cárcel del Músico:
"tanto estudias, tanto tocas, tanto vales", y todas las distorsiones
cognitivas y miedos que nos conducen a esa relación de amor - odio que ,
a veces, tenemos con nuestro instrumento.
¿Dónde había
quedado el disfrute y la ilusión de tocar la flauta? ¿porqué tendemos a sufrir
tanto aprendiendo un instrumento?,- me pregunté a mi misma. Entonces,
comprendí que todo lo que había aprendido de verdad, lo había hecho
jugando, bailando, cantando y dejando volar mi imaginación, entendiendo
que para poder enseñar con éxito tenía que pensar en cómo me hubiera
gustado a mi que me enseñaran de niña. Por ello decidí crear Cuentos,
juegos y actividades lúdicas para mis propios alumnos, haciendo que su
camino de aprendiz fuera alegre, divertido y que costase muy poco
escalar aquel "desfiladero". También creé Cuentos para cuando
llegasen a "la cima", de forma que la Audición no facilitase la
posibilidad de crear traumas, sino que crease oportunidades para
disfrutar y hacer viajar al espectador. Había que devolverle su sitio a
la música y darle el rol de crear ambientes que respondieran a
las necesidades de mi alumnado y del público que asistía.
Cuentos de Flautasía recoge algunos de aquellos materiales que en su día construí y, que considero, una alegre forma de enseñar al alumnado de básicas, tanto para trabajar contenidos de clase como para crear audiciones donde la unión de piezas musicales tenga un sentido; por lo que el trabajo del curso se realiza por proyectos trimestrales.
También son válidos para los alumnos de profesional, depende claro del nivel del repertorio, que quiera hacer una representación dedicada a los más pequeños. De esta forma todos aprenden felices y dan un motivo a la experiencia escénica: disfrutar de la música y hacer que el público se divierta. Atrás quedarán esos padres y madres que escuchaban tocar a sus hijos/as para luego desaparecer de la sala por arte de magia; Atrás quedarán las butacas vacías porque el público se aburría tremendamente, porque Cuentos de flautasía ha pensado en todo ...
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¡EMPEZAMOS!
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